Un Juzgado de Zaragoza acaba de dictaminar el desalojo o desahucio de un individuo de 40 años que se negaba a abandonar la residencia de sus padres, a pesar de contar con un empleo estable y permanente. Los progenitores, agobiados por su conducta violenta y agresiva, marcada por episodios de maltrato psicológico, se vieron obligados a recurrir a la justicia para expulsarlo.

El Juzgado a instado al hombre a abandonar la vivienda en un plazo determinado y, en caso de incumplimiento, una comitiva judicial, respaldada por la policía si es necesario, llevará a cabo la ejecución del desalojo.

Los padres estaban exhaustos de la actitud de su hijo y deseaban su salida de casa. Los progenitores buscaban así poner fin a lo que según ellos han sido años de convivencia insostenible, marcados por reiterados episodios de maltratos psicológicos. A pesar de haber solicitado en varias ocasiones a su hijo que abandonara la residencia, este hacía caso omiso.

Desahucio por precario

Para conseguir su fin la defensa jurídica de los padres optó por la vía del desalojo precario, que implica expulsar a una persona por carecer de título o documento que respalde su uso y disfrute de la vivienda. No era titular de ningún tipo de derecho ni, por supuesto, era propietario, siquiera parcial de la vivienda.

Dado que el hombre, que goza de empleo estable y una situación económica con una solvencia que le permitiría tener su propio hogar, ni abonaba ningún alquiler ni aportaba cantidad alguna para sufragar los gastos de su permanencia en la vivienda, el Juzgado ha atendido la petición de los progenitores para obligarlo a abandonar la vivienda. La jueza subraya que «la relación de parentesco no confiere título para el uso de la propiedad de los demandantes«. En otras palabras, ser hijo de los propietarios no le otorga el derecho a residir indefinidamente en el lugar.

Además, los demandantes alegaron que el hijo hacía la vida insoportable a sus padres con episodios de maltrato y violencia que se prolongaban desde hace años. Los padres vivían en constante intranquilidad debido a su hijo, a quien la abogada describió como «muy agresivo», faltándoles constantemente al respeto e incluso llegando a destrozar algunos muebles del hogar.

En consecuencia, la jueza ha ordenado al hombre abandonar la residencia familiar de manera voluntaria, bajo la amenaza de un desalojo forzado en caso de no cumplir con los plazos establecidos.

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