Por Jorge Sáinz de Baranda
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Después de tres artículos dedicados a los Presupuestos Generales del Estado y a las medidas tributarias que contienen, creo que es justo que le toque la clase de repaso a los de nuestra Comunidad Autónoma, aunque ya les anticipo desde este momento que no me durarán ni el primer asalto, o el primer artículo, pues, a diferencia del Estado, aquí no hay ninguna modificación de calado en lo que se refiere a los tributos…, ni para bien, ni para mal.
¡¡Ojo al dato!!, como diría José María García, ya que, ante el panorama de subida generalizada de impuestos a la que nos enfrentamos, una noticia así es de agradecer; al menos por aquellos que desconfiamos por naturaleza de las normas tributarias que van apareciendo -y de las aviesas intenciones recaudatorias de los que las redactan-, que siempre nos abocan a añorar la frase «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy».
Dicho lo anterior, no puedo empezar desperdiciando esta ocasión para comentar el origen de esta expresión, que Juan de Arguijo (Sevilla, 1567-1622) -poeta, mecenas y músico perteneciente al Siglo de Oro en la corriente estética barroca-, recoge en su obra “Cuentos”, en la que narra la historia de Don Diego de Tello, un caballero sevillano que, un desafortunado día -como el que podemos tener cualquiera-, pierde la visión de un ojo mientras está refinando pólvora.
El piadoso sevillano, sabedor de los poderes milagrosos de la Virgen de la Consolación, acude a su Capilla en Utrera para recuperar la visión, sin otra ocurrencia que la de untarse en ambos ojos el aceite de una lámpara que allí se encontraba en la creencia de que se trataba de agua bendita.
Así, cuando por fin abre esperanzado los ojos, se da cuenta de que no ve ni por el malo… ni por el bueno, exclamando: ”¡Madre de Dios, ni siquiera el que traje!…», dando lugar a nuestra expresión de hoy.
Y es que en los Presupuestos de la CAIB para el 2021 lo primero que debe llamarnos la atención es la importante caída en la recaudación de los impuestos cedidos y propios gestionados por nuestra Comunidad con respecto a 2020, a pesar de que la variación entre ambos presupuestos es de escasamente 11 millones de euros (de 5.869 millones en 2020, a 5.858 millones en 2021).
El dato es muy revelador: la previsión de recaudación por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales cae en casi 200 millones de euros, y el de la Ecotasa pasa de 128 a 57 millones, lo que, dado los sectores a los que afecta, evidencia a su vez la precaria situación de nuestras empresas más productivas.
Entonces, ¿cómo es que cayendo la recaudación en más de 250 millones se mantiene la cifra de gastos? la respuesta es clara, dicha caída se ve cubierta por una mayor aportación del Estado por razón del Covid, y por el fondo europeo de Ayuda a la Recuperación para la Cohesión y los Territorios de Europa, del que le corresponden a nuestras Islas 100 millones de euros -por su salud mental se lo aconsejo, mejor no nos comparemos con el resto de la Península-.
A la vista del proyecto presentado por nuestra Consellera en la materia, la socialista Rosario Sánchez, podemos concluir que la buena noticia es que, con estos presupuestos y a pesar de la caída en la recaudación, se mantienen, e incluso se incrementan, los gastos en políticas sociales -sanidad, educación, vivienda, y servicios sociales- , la no tan buena es que no se ha reducido la presión fiscal en los contribuyentes, y la decididamente mala es que no se ha previsto un fondo de reactivación de la economía en nuestras Islas, dirigido fundamentalmente a los sectores relacionados con el turismo, cuestión que creo habría sido esencial para afrontar con garantías reales nuestra recuperación económica.
A pesar de todo, y viendo el despropósito de los Presupuestos Generales del Estado, no puedo sino reafirmarme en el título del este artículo -aunque mi querido Tobal Mora quería que lo llamase «el Foie se fue»-, y, por favor, Rosarito, que nos quedemos como estamos… Que así sea.
Artículo original publicado en el diario digital mallorcadiario.com